UN POQUITO DE MÍ... DE CÓMO APRENDÍ JUGANDO

Hoy toca una entrada muy personal... Creo que si estoy tan a favor de aprender jugando es porque mis mejores recuerdos son así... jugando... y son aprendizajes que nunca se olvidan.
Aprendí jugando con mis amigos en el recreo de mi cole, cogiendo pan y quesito de un árbol que había en el patio... Aprendí cogiendo morera para los gusanos de seda, aprendí con mis padres y mis hermanos en el Prado de mi ciudad, subiendo y bajando de la Cruz y metiéndome en el kiosco a ayudar al matrimonio que en ese momento lo llevaba...
Pero, sobre todo, aprendí en Villa Luisa, un bonito hogar que había en El Cristo del Espíritu Santo. En sus habitaciones, en su patio, en su salón, en la cama-mueble. Allí es donde más aprendí. Mis abuelos (Luisa y Faustino, dueños de Villa Luisa), me enseñaron mucho de lo que sé. A respetar la naturaleza, cuidando el pino del jardín. A divertirme sin tener nada, bañándome en un barreño o jugando a las chapas que cogíamos en la Alameda o a las chinas que cogíamos en el patio. Mi abuelo me enseñó lo que era un chatillo (con tapa, por supuesto).
Mi abuela me enseñó el valor de ahorrar, por lo que pueda pasar mañana, mientras que mi abuelo me enseñó a la vez el equilibro de ese ahorro disfrutando también de él, dándonos pequeños caprichitos de vez en cuando. Mi abuela me enseñó el valor del esfuerzo y el trabajo, a construir nuestros "niditos", con una dedicación total y absoluta a su familia. Mi abuelo me enseñó los chistes más malos, y también los más buenos, las canciones más dulces y, sobre todo, a reírme hasta de mi sombra.
Hoy, mi recuerdo va por vosotros, Faustino y Luisa, porque sin vosotros no sería lo que soy. Porque jugué tanto con vosotros... porque con vosotros tanto aprendí...


1 comentario:

  1. Que bonito Maika!!! se aprende tanto de los abuelos, que afortunados hemos sido de tenerlos cerca :)

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