Ken Robinson opina que todos somos creativos, pero que debemos guiar a nuestros alumnos, al igual que les guiamos en la lectura. Todos tenemos un talento y los niños nos dan pistas sobre cuál es el suyo. Por supuesto, abogo por una enseñanza estructurada y una disciplina, pero reflexiono acerca de esto y... ¿no estamos acabando con los talentos, con la creatividad de nuestros hijos? ¿no estamos convirtiéndonos en un producto de la sociedad, al servicio de la misma, olvidando nuestro yo más interno, nuestra personalidad, nuestra creatividad?
Sí, hoy me levanté filosófica, pero creo que si apuesto por el juego al servicio de la enseñanza, del aprendizaje, también opino que debemos aprender a escuchar a nuestros alumnos, a nuestros hijos, no cortarles las alas. Esto lo conseguiremos con una educación personalizada no sólo en los hogares, sino también en las aulas. Suena a utopía... pero no lo es.
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